Después
de haber realizado el curso, y haber
obtenido el título de monitor de fútbol sala, he aprendido muchas y
variadas cosas sobre este deporte, que insisto, es fantástico.
Entre
ellas la definición, o mejor dicho la visión
de cada puesto en la pista y cuáles son sus funciones, en general. En concreto la del portero da mucho juego porque de él depende mucho, lo que el resto del equipo consigue.
En
esta posición, y a edades tempranas,
es difícil encontrar al que es bueno
bajo los palos, pero hay que encontrarlo, y además darle la
formación necesaria para que crezca
como portero. Es el último obstáculo
que va a encontrar el equipo contrario
para conseguir el gol, y a su vez es
el primero que inicia el ataque de nuestro equipo.
Lo
fundamental en un portero son sus reflejos y su agilidad. Responder rápido a un lanzamiento y recuperar la posición son la parte más importante que
hay que trabajar. La salida en velocidad del balón hacia el jugador
con mejor disposición para atacar al
contrario es el primer pase de gol.
Cuando
el portero realiza una parada, si es
de esas inverosímiles mejor, transmite una confianza
y una energía al resto del equipo que es difícil de medir. El
equipo parece que es más rápido,
entra con más fuerza y, una cosa
importante, al rival empieza a bajarle
la moral.
Hay
un montón de ejercicios para porteros y es recomendable
que entrenen por separado y
específicamente sus habilidades, aunque ya sabemos que para los monitores de los chavales es muy
difícil disponer de un compañero que te ayude en esta faceta, hay que intentarlo.
Una
última cosa que decir de esta posición es la valentía y la psicología
que hay que aplicar para desempeñarlo
bien, porque hay que tenerlos bien puestos para ponerse delante de un delantero
en un penalti y que no te tiemblen las piernas y además intentar
utilizar la inteligencia para poder desestabilizarlo.
Larga
vida al fútbol, y la difícil labor del cancerbero
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