Me ha dado por los números estas semanas, cosas de la
edad. No dejo escapar la oportunidad de hablar del primer número de la lista,
el “Uno”. Ese que cuando eres
pequeño no quieres llevar en la camiseta, ¿Quién quiere ser portero?, el que diga que sí, es que
era raro, todos queríamos jugar de delanteros y metiendo goles, los que luego,
con los años, están en un equipo van reconvirtiéndose a una posición que se
adapta a sus condiciones, pero ¿de
portero? Ni de coña.
Ser este número, supone
también, el peso de la responsabilidad de saberse más solo que “el uno”, chiste
fácil, y de no tener a nadie que te haga la cobertura, ni alguien que rectifique tus errores, y eres el centro de atención
cuando el equipo contrario ataca. Si salva la situación es un héroe, pero si la pifia, es un villano.
En el caso de Iker Casillas no solo se ajusta por
llevar el número uno en la camiseta, sino porque, además, es el número uno del
mundo, a lo mejor actualmente no, pero es mucho mejor que algunos que tienen balones
de oro, botas de plata y boca de bronce. Lástima que esté sólo, sin nadie y
que no sea tan visible su aparición en un partido
como la de los que llevan el balón en los pies todo el rato. Debería haber
conseguido algún galardón que le
reconociese que él en un segundo,
hace más que otros en noventa minutos.
Pero llega un día en que
el número se vuelve en tu contra, te
ataca a traición y todo lo que
conlleva tenerlo en la espalda por bendito,
de repente, se convierte en maldición
(hasta rima). Icono del madridismo y de España, salvando situaciones desde que llegó. Aquella final de Champions contra el Leverkusen,
es donde comenzó a forjar su leyenda,
a costa de la lesión de un compañero
(Cesar) y que si no hubiera sido por
eso, ay el amigo DelBosque, que en
su día también lo sentó en el banquillo, que estaría diciendo ahora,
pero los “y si…”, son tonterías. Y
para todos los españoles y no
españoles pero que celebran los títulos
de España como si lo fueran, les arrancó un trocito del corazón para hacerse un hueco, aquel día de 2008 cuando paró los penaltis
a Italia, porca miseria. Como olvidar el tobillo derecho que desvió el balón de Robben en 2010. Quién no
tiene en la retina su gesto de brazos al
aire con la Copa del Mundo.
Lástima que el fútbol sea cruel e implacable con el paso del
tiempo y los recuerdos, aunque no
sería justo que viviéramos del pasado. Lo que yo entiendo es que se supone que
hay que estar preparado para cualquier contingencia
que te venga, porque no siempre va a venir todo de cara, y mira por donde que
el amigo Mou se empeñó en “destrozar”
la carrera de un excepcional futbolista
y el mejor portero de la historia, que yo recuerde, y he visto jugar a Arconada. No creo que el portugués fuera el responsable total de
tal desdicha y a mí me parece muy
raro que venga Angeloti y también opte por no ponerlo, huele mal el asunto y
me parece que el italiano y Mou no se envían Guasaps ni Lines para
decir a quien tiene que poner, a lo mejor es que como es del país transalpino le tiene manía por aquella eliminación y el repaso en la final de a
Eurocopa 2012, puede ser.
Creo que el grandísimo IKER CASILLAS, sí sí, con letras
mayúsculas, se ha dormido un poco en los laureles
y le duele quedarse fuera del equipo, como a todos, sino que le pregunten a
cualquiera, y de ese sueño o pesadilla,
todavía no ha despertado y por el bien de todos esperemos que lo haga. No me valen los llantos como los niños mimados y eso de
que, ahora como no me pones, pues me voy,
eso es de cobardes.
Es madridista, es el mejor
portero del mundo, es un mensaje para los más pequeños, es el ícono español, es
el que queremos que levante la décima, es el capitán para el mundial… es IKER CASILLAS
Larga vida al fútbol y a
nuestro número uno.
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