El
fútbol es una caja de sorpresas, o
no, según se mire. El caso es que hace cosa de un año el mundo futbolístico
rendía pleitesía al imparable
Barcelona del brillante y magnifico Luis
Enrique y nadie conocía, ni yo mismo, a un equipo que deambulaba por el
último puesto en la tabla de la Premier
Todo
el fútbol mundial ha seguido a pies juntillas la travesía del mejor equipo de Europa,
porque así es como se coronó en Berlín hace poco menos de un año, y como pasaba
por encima de todos sus rivales y
seguía ganando títulos de la mano de un ejemplar entrenador, con unas dotes de mando excepcionales y un manejo
táctico genial. Aquel equipo de la Premier
salvó la categoría de milagro.
Llegados
a este punto el súper equipo continúa devastando a cada equipo con el que se
enfrenta y progresando hacia lo que
va a ser, sin lugar a dudas para algunos, el colofón a la etapa más gloriosa
del barcelonismo, después de un
inicio de siglo espectacular, esta iba a ser la coronación del mejor club de la corta historia de este
siglo (solo 16 años, no en 100 años como
otro club que si ha sido coronado como mejor club del Siglo XX) El pequeño
equipo de la Premier, empieza a dar
la nota.
Pero
el caso es que las competiciones no acaban
en febrero, sino que acaban en mayo y ahí a alguien le ha fallado el cálculo.
El grandioso Luis Enrique, que hace
un año había planificado una temporada perfecta e idílica en cuanto al físico de sus jugadores se refiere y en
cuanto a las rotaciones, resulta que la receta este año le ha fallado ¡Cachis! Incomprensible ¿no? ¿Cómo es posible
que la misma fórmula que funcionaba hace menos de 365 días ahora es un fiasco?
Ese equipo que era el último de la Premier,
con su trabajo y disciplina, ahora es el primero.
Seguramente
la clave del asunto está en que no todo es oro lo que reluce. Ni el Barcelona es la máquina imparable que
se vendía durante todo este tiempo, y yo también soy de los que pensaba que era
muy difícil que bajaran el pistón,
ni ahora son unos insurrectos que no creen en el mendrugo de Luis enrique, cosa que de todas manera
sucedería con el tiempo.
La
explicación que doy me parece coherente. Tienes una plantilla de gente que
llevan 10 años jugando juntos (o
más), con retoques y con cositas, que se conocen perfectamente, que emplean un
método reconocible y no por ello
menos efectivo, que sus entrenadores
han empleado el mismo sistema, pero no solo desde Guardiola, Rijkaard usó
el mismo pero tuvo menos fortuna o menos carácter, y Luis Enrique solo tenía que bendecir el suelo que pisaban algunas
de sus estrellas, poco más, menos rollos de rotaciones y tonterías. Al final, todos estos llegan al convencimiento de que
con muy poquito, hacen lo que quieren, y el entrenador transige, como un pelele que consigue ampliar su palmarés, no mejorar como entrenador. Por
la otra parte, ese equipito de la Premier,
con un entrenador que ha trabajado los sistemas y mentalizado a sus jugadores,
ha ido avanzando pasito a pasito, y
está a punto de ganar un título, si
los árbitros le dejan, claro.
Se
acaba la gasolina, a 600 metros de la meta, ¡Arráncalo Carlos por Dios! Pero no va a arrancar, lo único que les
queda es coger una cuesta abajo, y por inercia,
llevarse el título de liga y, a lo mejor, la Copa del Rey, esa que solo les vale cuando la ganan, aunque insulten y escupan al escudo y la
bandera española y silben al himno.
¡Vamos
Leicester! Todos en Europa somos un
poco de este equipo.
Larga
Vida al fútbol
@CarmeloEscudero
/ @FutbolScroll
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