Otra
derrota más y sigue sin verse la
luz. Lo único que se ve es el cabreo
de los aficionados que cada quince días se acercan a las gradas del Rico Pérez, que cada vez están menos
pobladas, aunque se empeñen hasta en regalar
la mitad del importe del abono, no hay quién se enganche al equipo.
Yo
sigo en mis trece de que esto hay
que dejarlo correr hasta enero, yo
me la juego hasta entonces con el mismo entrenador
y echándole… paciencia al asunto, lo
otro que hay que echarle lo tienen
que hacer los jugadores, pero en eso
no podemos ayudarles mucho, solo alentarlos
desde la grada y las fuerzas se agotan de hacerlo.
Los
herculanos ya están un poco hartos
de ver perder a su equipo y de no
atisbar en el horizonte visos de remontada ni de algo parecido, y claro, todo tiene un límite. Ya digo que el mío es muy amplio pero me imagino que en general
es de menos recorrido y hay que
empezar a cortar cabezas y cambiar el rumbo del equipo.
La
verdad es que no se juega a casi nada
y en el fondo me siento defraudado,
porque sinceramente, creía que este fin de semana sí que se ganaba, al menos
para darse un respiro ellos mismos.
No ha sido así, y así nos va.
Espero
que nos armemos de paciencia y de valor para aguantar un poco más este suplicio,
porque yo estoy convencido de que se puede salir
de ahí abajo y quedarnos en una zona de “No-Peligro”
y sin bravuconadas de pensar en play-off y ascensos absurdos.
Si
además del juego, que hay que mejorarlo obviamente, nos viene la fortuna de cara, que también influye en
esto del balompié, yo creo que en
los próximos tres o cuatro encuentros
podemos pensar de manera más positiva. Hay que pedir el deseo de que se cumpla lo que pienso.
Larga
vida al fútbol, y al Hércules.
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